EL SIGUIENTE ARTÍCULO HACE REFERENCIA A MI ETAPA PASADA EN LA CATEGORÍA SUB21 COMO JUGADOR
Hoy hemos jugado una final, mi primera final. Pensaba que las finales eran reñidas de principio a fin, pero me he dado cuenta de que no tiene porque ser así.
Al principio del partido hemos calentado muy fuerte, estábamos con mucha moral y pensábamos que sólo los dos mejores equipos de la liga la juegan, que sólo los dos equipos que han conseguido mantener una buena línea durante la liga regular se merecen ese premio. Por esto mismo he pensado que la final, sería un cara o cruz. Pero no ha sido así.
Los nervios han aparecido en nosotros, hemos empezado perdiendo los balones más sencillos, teniendo miedo a botar, a entrar a canasta, a tirar por si fallábamos… cada jugada que me equivocaba miraba a mi entrenador porque sabía que pondría alguna cara de decepción… y no me he equivocado, esas caras que me dedicaba unas veces a mí y otras veces a mis compañeros reflejaban la realidad.
¿Por qué los dos equipos que más y mejor hemos jugado durante el año no se refleja en el marcador?
Cuando finalizaba el primer cuarto, perdíamos de 12… ¿Qué pasaba? No lo entiendo.
En el descanso entre el 1er y 2º cuarto, nos tranquilizamos y buscamos errores para corregirlos. Nuestro entrenador, nos decía nuestros fallos, donde estaban los puntos fuertes y débiles del rival que nos estaba arrollando. Y saltamos a la pista, multiplicando nuestra moral, nuestra fuerza, nuestra confianza.
Terminado el 2º cuarto, pienso que ha sido un sueño… pero un sueño feo, una pesadilla.
31 abajo. Nos han doblado.
Nos vamos al vestuario, no hay fuerzas, no hay ganas… Esto no es justo.
Ya en el vestuario, escuchamos al otro lado de la pared al rival, riéndose, felices, cantando campeones campeones… nos están machacando hasta en el descanso.
Nuestro entrenador, nos mira, y nos dice algo que nunca olvidaremos.
“El baloncesto es 5x5. Da igual que sean altos, bajos, negros o blancos. Son 5 personas. Da igual quien sea el rival. Sigue siendo 5 contra 5. Nos quedan 20 minutos para demostrar que la final la juegan los que van superando todas las pruebas. Y nosotros, lo hemos hecho. Podemos permitir el perder un partido, podemos permitir que nos ganen de mucha diferencia… pero no que canten victoria cuando quedan 20 minutos por delante. No os voy a mentir, son 31 puntos, muchos. Pero son puntos, no goles. Mientras hay vida, hay esperanza. Salir a la pista y demostrar que sois justos finalistas. No tiréis por a la basura el duro trabajo del año, las tardes de lluvia, de frío, los viajes o los madrugones. Que todo merezca la pena”.
Nuestra cara, nuevamente cambió. A por ellos.
Seguimos siendo el mismo equipo que al principio del partido, pero esta vez, muy enrabietado y llenos de orgullo.
El partido ha terminado, estoy cansado, apenas puedo recordar que es lo que ha pasado. En el descanso perdíamos de 31 y ahora… hemos ganado de 15.
“Mientras hay vida, hay esperanza”.
Óscar Mayoral
Yo perdí esa final.