jueves, 28 de octubre de 2010

AQUELLOS MARAVILLOSOS AÑOS

De sobras sabemos todos los que seguimos este deporte que los jugadores del banquillo deben permanecer en el banquillo sentados, y también que no pueden estar constantemente "gritando". Pero hay veces que se tiene que permitir, y así se hace.
En la gran mayoría de los partidos que se disputan los sábados por las mañanas de las categorías de los más peques (escuelas, benjamines, alevines...), podemos observar y escuchar como los niños que están en el banco no dejar de corear canciones de apoyo a sus compañeros, palmas constantes y gritos de ánimo. Y eso es tan ruidoso, como hermoso.

Resulta excelente para la vista y bello para los oídos. Para los sentimientos de quienes amamos el baloncesto, el observar la sonrisa de los niños, la ilusión que transmiten con sus sonrisas o los nervios que pasan hasta que llega el momento en el que su entrenador les dice que salgan a la pista.
Con los años te vas dando cuenta de que el baloncesto nos ha dado muchas cosas, y mejor aún, seguirá dándonos.
Ahora echamos la vista atrás y recordamos aquellos tiempos en los que madrugar para jugar un sábado merecía la pena. Aquellos tiempos en lo que ponerte la equipación de tu colegio o club era como si te pusieras la de un equipo NBA...

Desde estas líneas quiero dar las gracias a todos esos niños que me iluminan con sus gestos, porque gracias a éllos sigo teniendo vivo ese recuerdo que me hizo enamorarme del juego de la canasta.